"Murió Stalin": la historia detrás de la noticia
Xavier Baron, Traducción Yanina Olivera Whyte
Los rumores de que Josef Stalin no era un hombre sano comenzaron a filtrarse después de la Segunda Guerra Mundial. Imposibles de verificar, decían que "el hombre de acero" estaba tan preocupado por su salud que veía médicos mañana y noche. También que le estaban inyectando un “súper suero” para evitar su envejecimiento.
El líder soviético nacido en diciembre de 1878 en Georgia fue visto cada vez menos desde principios de la década de 1950. Pasaba la mayor parte del tiempo en su casa de campo en Kuntsevo, en los suburbios de Moscú. Su última aparición pública fue en octubre de 1952, cuando clausuró el XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Tal era el dominio absoluto de la censura soviética, que sacar noticias rápidamente de la oficina de la AFP en Moscú era una tarea casi imposible. Por tanto, la agencia tenía un equipo de periodistas de habla rusa en París que día y noche escuchaban los programas internos de Radio Moscú en busca de cualquier indicio sobre la salud de Stalin, además de estar atentos a las noticias de la agencia de prensa soviética TASS.
En ese equipo había varios emigrados rusos, algunos prominentes, como Arkady Stolypin, cuyo padre Piotr Stolypin fue primer ministro del zar Nicolás II y murió asesinado por un anarquista en la Ópera de Kiev en 1911.
Uno de sus integrantes, conocido como Sr. Volokhine, fue el primero en descubrir en la madrugada del 4 de marzo de 1953 que la salud del dictador se había deteriorado. “Había sido una noche muy tranquila”, recordó más tarde en un programa emitido en noviembre de ese año por Radiotelevisión Francesa (RTF). “Estaba escuchando Radio Moscú a las 6 am y esperaba uno de sus boletines de rutina cuando de repente solo se transmitió música hasta las 6:30”.
“Fue un poco extraño. Estaba cerca del final de mi turno, me habría ido en 10 minutos, cuando Yuri Levitan, esa voz terrible e inquietante de Radio Moscú que escuchamos durante la guerra, hizo el anuncio, del que solo pude entender: 'Stalin. Hemorragia cerebral. Lado derecho paralizado’”.
“La señal de Radio Moscú era muy inestable, así que fui a mi disco de grabación a escucharlo nuevamente para asegurarme de que lo teníamos todo. Diez minutos después, la noticia estaba en el hilo”.
El comunicado oficial decía textualmente: “Stalin tuvo una hemorragia cerebral que afectó partes vitales de su cerebro. Su pierna y brazo derechos están paralizados, perdió el conocimiento y no puede hablar”.
El equipo de monitoreo de la AFP entró en alerta máxima con tres periodistas de habla rusa y dos editores trabajando las 24 horas, que enviaron las escasas actualizaciones que pudieron obtener sobre la condición de Stalin.
En las primeras horas del 6 de marzo, Radio Moscú interrumpió su programación habitual para decir en tono grave y solemne que próximamente se realizaría un importante anuncio. Comenzó a sonar música clásica, solo para ser misteriosamente interrumpida una y otra vez por el tic tac de un reloj.
Poco después de las 2 am, una voz anunció: “Murió Stalin”.
El periodista de la AFP que transmitió la noticia al mundo fue Alexis Schiray, el jefe del servicio de monitoreo ruso en París, que había pasado tres días y tres noches en su puesto con los auriculares puestos. Envió un "Flash" al hilo cinco segundos después del anuncio en el servicio interno de Radio Moscú.
En el siguiente boletín de noticias emitido poco después y precedido como siempre por el himno nacional soviético, se leyó la declaración oficial con gravedad y lentitud fúnebre: Stalin había muerto a las 21:50 hora local de la noche anterior por insuficiencia cardíaca y pulmonar.
Debido a que la información viajaba entonces de manera mucho más lenta, la ventaja de la AFP sobre las agencias de noticias rivales fue de hasta una hora y media cuando la noticia llegó al sudeste de Asia y América Latina.
El resto es historia. El cuerpo de Stalin fue trasladado a la Casa de los Sindicatos en el centro de Moscú. Desde las 4 de la tarde del 6 de marzo, se estima que unos cinco millones de ciudadanos soviéticos hicieron cola para rendir homenaje al hombre que los había gobernado con puño de hierro desde 1928. En un momento, la fila llegó a extenderse por 10 kilómetros.
Tras bambalinas, había comenzado la batalla por la sucesión, que a la postre ganó Nikita Jruschov, quien fuera uno de los asesores más cercanos del fallecido dictador.
Tres años después, Jruschov comenzó un proceso de desestalinización tras denunciar el su culto a la personalidad de su antiguo jefe en un "discurso secreto" ante los cuadros del partido. Se retiraron los restos de Stalin de la tumba de Lenin en el Kremlin y miles de sus estatuas fueron derribadas.
Pese a su sangriento legado, con millones de asesinados durante sus purgas, la figura y las acciones de Stalin parecen estar de regreso bajo el gobierno de Vladimir Putin.
El mes pasado, en víspera del 80 aniversario del final de la Batalla de Stalingrado, se inauguró un busto de Stalin en Volgogrado, la ciudad a orillas del Volga y mayor campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial que llevaba el nombre del dictador y fuera rebautizada en 1961.
Desde la caída de la URSS, las autoridades rusas han tenido a menudo una posición ambivalente con respecto a Stalin: oficialmente denunciado por instaurar un Estado de Terror desde la década de 1930 hasta su muerte, pero respetado por su papel en la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi.
Putin ha hecho comparaciones entre el firme liderazgo de Stalin durante lo que los rusos llaman la “Gran Guerra Patriótica” y su propia invasión de Ucrania, que describe como una operación especial para “desnazificar” a su vecino y antigua república soviética.
Fuentes: "Le Monde en direct", de Xavier Baron, libro sobre la historia de la AFP, y extracto de un programa producido por Michel Droit para Radiotelevisión Francesa (RTF) el 24 de noviembre de 1953. Redacción de Catherine Triomphe en París. Traducción y edición en español de Yanina Olivera Whyte en Montevideo.