El destino excepcional de Doña Anna
Yves Gacon
PARÍS, 19 de mayo de 2015 - Esta es una historia excepcional. La de una periodista de origen polaco que en 1946 se convirtió en Bogotá en la primera mujer jefa de estación de la AFP en el mundo. Este es el destino de Anna Kipper, cuya vida y carrera periodística atravesaron la agitación del siglo XX, tanto en Europa como en América Latina.
Nacida el 4 de septiembre de 1908 en Varsovia en el seno de una familia judía polaca, Anna Kipper comenzó su carrera de periodista en 1931 en la oficina de Varsovia de la agencia Havas. Tras sobrevivir a la deportación a Buchenwald, tuvo que abandonar Polonia al comienzo de la II Guerra Mundial, viajando por Escandinavia antes de llegar a Francia.
Trabajó en la redacción de Havas en París, luego en Tours, Burdeos y Clermont-Ferrand, durante las sucesivas retiradas de la agencia ante el avance de las tropas alemanas: "La desgraciada agencia Havas, que había sido una de las más poderosas del mundo, agonizaba", decía Anna. La redacción fue purgada por agentes de la Colaboración. Por un artículo sobre el valor de los londinenses durante los bombardeos, en el que establecía un paralelismo con la resistencia polaca en Varsovia en 1939, Anna fue despedida en octubre de 1940.
Su despido, que ella describió como su "supremo honor periodístico", significó el exilio para la periodista judía en paro. Anna tuvo que abandonar Francia. Su destino era América Latina, como el de muchos refugiados judíos que partían en barco hacia el Nuevo Mundo. Su viaje duraría casi un año.
Salió de Marsella en enero de 1941 en el barco "Alsina", primero fue a Senegal y luego estuvo retenida unos meses en un campo de Marruecos. Una vez en España, embarcó en el "Cap Horn", que partió de Cádiz rumbo a Sudamérica. Pero, al igual que otros barcos que transportaban inmigrantes judíos, al vapor se le denegó el permiso para entrar en los puertos de Argentina, Uruguay y Brasil.
Once meses y cinco días de peregrinaje
El "Cap Horn", buque de la armada española, transportaba a casi un centenar de refugiados judíos, la mayoría procedentes de Polonia y Checoslovaquia. En dos ocasiones, en octubre y noviembre de 1941, se le negó el acceso al puerto de Río de Janeiro. Calificados por las autoridades brasileñas de refugiados "no asimilables", los pasajeros no podían obtener visados. Su situación parecía desesperada. Temían que el barco los llevara de vuelta a Europa. Por razones humanitarias, la colonia holandesa de Curaçao aceptó finalmente acoger el barco y a sus exhaustos pasajeros.
El "Cabo de Hornos" atracó en Curaçao a mediados de noviembre. Tras una cuarentena sanitaria en las Antillas Neerlandesas, Anna obtuvo un visado de entrada en Colombia el 20 de diciembre de 1941, exactamente "once meses y cinco días después de salir de Marsella". Anna relató este angustioso viaje en un libro titulado "Pause exotique, impressions de guerre et d'exil", publicado en 1943 en Colombia, su país de adopción.
En Bogotá, continuó su trabajo como periodista durante la guerra, colaborando en emisoras de radio y periódicos estadounidenses, y fue contratada por el diario liberal El Tiempo. Fue responsable del servicio de prensa de la legación polaca en Colombia, representación local del gobierno polaco exiliado en Londres. Se apasionó por la antropología y fue a conocer a los pueblos indígenas. En pocos años se convirtió en "Doña" Anna en Bogotá, título cariñoso que le daban periodistas, intelectuales y artistas.
Abrió a sus expensas una oficina de la AFP.
Tras la Liberación, Anna regresó a Francia a finales de 1944. Se nacionalizó francesa, hablaba ocho idiomas y trabajó durante un año en el departamento de escuchas de la AFP como "jefa de equipo del servicio de radio". En marzo de 1945 fue admitida en la Société des Américanistes, junto a Claude Lévi-Strauss, y presentó comunicaciones sobre las tribus indígenas chibchas de Colombia y la leyenda de Eldorado.
Pero sus pasiones y su vida privada la llevaron de nuevo a Sudamérica. Pidió a Maurice Nègre que abriera una oficina de correspondencia en Bogotá. La nueva Agence France-Presse, fundada en agosto de 1944 a partir del legado de Havas, tenía otras preocupaciones que cubrir Colombia. Anna insistió. Decide crear una oficina a sus expensas. Durante dos años, la AFP le paga como freelance.
Sus orígenes polacos la metieron en serios problemas. Un embajador polaco en América Latina la acusó de ser una "agente" del gobierno polaco exiliado en Londres. Un agregado de la embajada de Francia también hizo campaña contra ella, calificándola de "periodista de origen más o menos polaco, vagamente etnógrafa .... de moralidad más que dudosa".
El periodista colombiano Eduardo Mackenzie, autor del libro "Les FARC ou l'échec d'un communisme de combat" (Publibook), encontró un rastro de este episodio en los archivos del Quai d'Orsay. Tras una investigación, el embajador francés certificó que se mantuvo al margen de toda acción política y observó una actitud totalmente neutral ante los problemas polacos. "Realizó un excelente trabajo al frente de la AFP en Bogotá". El agregado de la embajada fue despedido.
- La "Yalta de la información": En la posguerra, la AFP sólo tenía tres oficinas en toda Sudamérica: en Argentina, Brasil y Chile. "Nada. Nadie, en ninguna parte, salvo en Colombia, donde trabajaba eficazmente un antiguo empleado de Havas en Varsovia", escribe Basile Tesselin en su libro "Les chemins du journalisme" (Tallandier). Tesselin fue uno de los ocho periodistas que, armas en mano, ocuparon el edificio histórico del 13, place de la Bourse, el 20 de agosto de 1944.
La "Yalta de la información", una especie de reparto del mundo de la información entre Reuters, Havas y Wolff que había prevalecido a finales del siglo XIX y principios del XX, se había hecho añicos. El heredero de Havas ya no ocupa una posición dominante en la región. Se desarrolla una competencia múltiple con la llegada de las agencias anglosajonas, las estadounidenses Associated Press y United Press International, y la británica Reuters.
Para la nueva AFP, fue un periodo de euforia pionera, de reconquista del territorio latinoamericano. Anna Kipper fue nombrada jefa de la AFP en Bogotá en 1946, y obtuvo un contrato de trabajo francés en 1950. Fue la primera mujer jefa de puesto de la agencia en todo el mundo. Junto a Anna, llegaron a la región varios corresponsales, algunos de los cuales harían largas carreras: Gabriel Lacombe en Río, Robert Katz en Ciudad de México... Más tarde llegaron Albert Brun en Lima, Jean Maille de Trevanges en Caracas, Michel Iriart en Buenos Aires y Santiago...
- Vértigo demoníaco : Anna desempeña un papel clave en esta reconquista. "Ocho horas, doce horas, dieciséis horas al día, nunca abandonaba su escritorio, traduciendo veinte mil o veinticinco mil palabras de despachos de París, tecleando y volviendo a teclear en una especie de vértigo demoníaco, reparando un teléfono con caprichos tropicales, encontrando los medios entre dos emisiones para visitar a los redactores de los periódicos", relata Basile Tesselin (boletín de L'Agence AFP - enero de 1947).
Con, añade, "la nicotina de los cigarrillos encendidos en las colillas de los demás y la cafeína de los 'tintos' (café en español colombiano) tragados hora tras hora". La oficina se instaló en un barrio obrero del centro de la ciudad, cerca del Museo del Oro.
En un ambiente lleno de humo y olor a café, jóvenes redactores que se convertirían en grandes nombres del periodismo colombiano acudían a la oficina para comentar las noticias de una Europa en proceso de reconstrucción.
Como agencia de prensa europea y latina, AFP intenta diferenciarse explicando a sus clientes que no pueden depender totalmente de las fuentes de información anglosajonas. La agencia recibe las noticias por radio en código Morse. Los despachos tenían que ser traducidos al español antes de ser entregados por mensajero a los dos grandes diarios de la capital, El Tiempo y El Siglo (Conservador). Era una época floreciente. Los periódicos publicaban varias ediciones al día. Había una carrera entre las agencias para colocar un periódico antes de que las rotativas empezaran a rodar.
Anna Kipper iba a ser testigo de un gran momento de la historia de Colombia. El 9 de abril de 1948, mientras se celebraba en Bogotá la IX Conferencia Interamericana bajo los auspicios de Estados Unidos, el líder del Partido Liberal y candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán recibió varios disparos en las calles de la capital. Su asesino, el desequilibrado Juan Roa Sierra, fue linchado por la multitud. El presidente conservador Mariano Ospina Pérez acusó inmediatamente a "personas de aparente filiación comunista" del asesinato de Gaitán.
Los partidarios del carismático líder, muy popular entre las clases media y baja, atacaron las instituciones. Los alborotadores incendiaron edificios públicos. La insurrección se extendió, enfrentando a liberales y conservadores. Se imponen el toque de queda y la ley marcial. Tras varios días de enfrentamientos, el ejército restableció el orden. "Los disturbios dejaron "1.500 muertos y unos 3.000 heridos", según un informe publicado por AFP el 21 de abril.
- El trauma del "Bogotazo": En las calles, otro testigo privilegiado, un joven estudiante cubano veinteañero, Fidel Castro, llegó a Bogotá con militantes comunistas de América Latina para perturbar la Conferencia Panamericana. Castro reconoció su participación en la insurrección en una entrevista concedida a una emisora de radio colombiana en 1981. Pero negó cualquier implicación en el asesinato de Gaitán.
Este dramático suceso, conocido como el "Bogotazo", ha quedado como un trauma en la memoria de los colombianos. Fue el detonante de "la violencia", término utilizado para describir el largo periodo de conflicto entre liberales y conservadores hasta mediados de los años cincuenta. Estos conflictos continuaron en las zonas rurales, en forma de levantamientos campesinos que condujeron a la creación de las guerrillas marxistas FARC y luego ELN.
Unos años más tarde, Anna Kipper estaba de vuelta en los llanos orientales de Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, donde fue testigo de la rendición del líder guerrillero Guadalupe Salcedo. En septiembre de 1953, escribió un reportaje para El Tiempo titulado "Una escena que no se olvida", en el que describía la rendición de armas de los guerrilleros liberales.
"Vi un ejército de "forajidos" armados con los más variados fusiles, incluidos los del siglo pasado, vestidos con los más diversos atuendos, a veces sin camisa, descalzos y casi todos desdentados, haciendo el saludo militar antes de deponer las armas y recibir el abrazo del general Duarte Blum, comandante en jefe de las fuerzas armadas colombianas".
La única periodista de la prensa internacional apareció en una foto con el líder revolucionario. Era una mujer elegante, de cara alargada y pelo corto. Conocí a Anna Kipper en los últimos años de su vida. Se había retirado cerca de Bogotá tras dejar la AFP en septiembre de 1973. Vivía recluida en una casa aislada en Suba, rodeada de sus antigüedades precolombinas y sus cafetos. Murió en Colombia el 28 de marzo de 1989, a la edad de 81 años.
Yves Gacon es director de documentación y publicaciones de AFP. Dirigió la oficina de AFP en Bogotá de 1980 a 1984.